Latok II, morada final de Óscar Pérez

Es indudable que la montaña tiene un encanto especial que produce una sublime felicidad a quienes la abrazan de manera apasionada. Ese mismo embrujo puede llegar a convertir ese abrazo en eterno y duro, muy duro, cuando es la montaña quien decide elegir a sus compañeros de sueño profundo.
No conozco a Óscar Pérez ni estoy metido en el mundo del montañismo, he seguido las tareas de rescate desde que quedo postrado en una pequeña repisa a 6.300 metros de altura con una pierna y un brazo rotos. Incomunicado y soportando temperaturas de hasta 20 grados bajo cero, después que sufriera una caída en la arista noroeste del Latok II (7.108 metros), en la cordillera del Karakórum (Pakistán), cuando intentaba alcanzar la cima de esta complicada cumbre junto a su compañero Álvaro Novellón.
“Que nadie arriesgue por mi” era su máxima, tenía claro que en caso de un accidente grave se quedaría en la montaña, prefería eso a que alguien perdiera su vida por él.
Su compañero y un grupo de alpinistas lo intentaron pero las inclemencias meteorológicas impidieron cualquier aproximación.
Desde este blog mi más sincero homenaje,descansa en paz amigo.